Algún observador despistado, desde afuera, hubiera dicho que el último brote de la magia de la niñez había renacido (un poco retorcido) en los adultos. Esa tarde esperaban exaltados la noche. Juntos. Pero aún faltaban unos días para la llegada del Niñito Dios, o de Papá Noel.
No miraron al cielo buscando una estrella, miraron sus pantallas, sus teléfonos y sus computadoras, tratando de asimilar el “Ahí vienen!!!”. El fuego iluminó las calles, y todos se ubicaron para esperar.
Autor: Hernán Ibarra
No hay comentarios:
Publicar un comentario